martes, 24 de julio de 2018

EL ENEMIGO. CONDUCTA SUPERSTICIOSA: EL REFORZAMIENTO ACCIDENTAL


         Los refuerzos ocurren en todo momento en el día a día, con frecuencia por casualidad. Los biólogos, trabajando con aves de presa, han observado que si una de éstas caza un ratón bajo unos determinados arbustos volverá a inspeccionar ese lugar todos los días durante una semana por lo menos o incluso más.
         Igualmente, si encuentras una máquina de refrescos que un día tiene olvidado el cambio en la rejilla de devoluciones, te reto a que la próxima vez que pases delante de ésta no te pares a inspeccionarla de nuevo.
         En el mundo animal salvaje puede resultar beneficioso a veces, pero también pueden producirse asociaciones accidentales que pueden tener un gran efecto en el cambio conductual del sujeto.

         Cuando la acción no está relacionada de hecho con las consecuencias pero el sujeto continúa mostrando el comportamiento como si fuese necesario para obtener el reforzamiento, hablamos de conducta supersticiosa.
         
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 Los comportamientos supersticiosos los realizamos a diario en nuestra rutina habitual. Vestimos una prenda en particular o realizamos un ritual antes de ejecutar una tarea. Esto se puede observar también en deportistas, se tocan la gorra antes de lanzar, dan tres botes solo a la pelota… Algunas de estas pueden ser muy elaboradas, y al final se pueden hacer indetectables.
         La conducta supersticiosa aparece habitualmente en el adiestramiento. El animal puede estar respondiendo ante un criterio que tú no tenías intención de establecer pero que fue reforzado accidentalmente en varias ocasiones hasta llegar a estar condicionado.
         Por ejemplo, perros que se sientan en un lugar determinado o mirando hacia un lado en concreto para ganar el reforzamiento. Es aconsejable por esto, la introducción de variables en todos los elementos que son vitales para ti, reduciendo así los condicionamientos accidentales.
         El condicionamiento accidental puede surgir en una gran variabilidad de situaciones. Una de estas, e importante, es el establecimiento de secuencias de tiempo. Todos los animales, como las personas, tienen un sentido muy desarrollado de los intervalos de tiempo. En un experimento con marsopas se descubrió que , tras enseñar a estas a saltar a la orden, por un error del entrenador en la variabilidad del tiempo entre saltos, las marsopas había aprendido accidentalmente a saltar cada 29 segundos en vez de a la orden.
        Los adiestradores, a veces, también estamos llenos de conductas supersticiosas. Hay gente que cree que los delfines prefieren a la gente que va vestida de blanco, que a los osos no les gustan las mujeres, que las hembras de perro son mas guardianas…
         De igual forma esto se extrapola al mundo de la educación. Maestros que creen que si gritan a sus alumnos los primeros días de clase serán respetados el resto del curso. Adiestradores que creen que pegando a su perro éste le respetará cuando esté comiendo.

         Esto ocurre en una cantidad de campos: educación, política, ejército (y lo he vivido en primera persona), sanidad… Resulta alarmante la cantidad de cosas que se realizan no porque sean beneficiosas sino porque simplemente porque es la forma en que siempre se ha hecho o porque todo el mundo lo hace en la actualidad.
         
        El adiestramiento tradicional está repleto de conductas supersticiosas difíciles de cambiar. A menudo no basta con señalar la inutilidad de la misma; aquellas que están fuertemente condicionadas pueden ser defendidas con fuerza.
         Trata de convencer a un adiestrador tradicional de que no utilice según que método dañino, ¡si a él siempre le ha funcionado!


         Eliminar tus propias conductas supersticiosas quizás sea tarea más difícil que quitar las de tu perro. Deberíamos tratar de analizar minuciosamente cada cosa que hacemos, y tratar de valorar más lo que tenemos. Todo esto lo digo por experiencia, que a cada exposición de belleza que iba con mis perros llevaba mis calzoncillos de la suerte. Sólo basto que ganara un par de veces coincidiendo que no los llevaba para condicionarme plenamente. Cuando ya estaban hechos polvo, con la goma dada y con mas marcas que un trapo de cocina, ¡pensé hasta en hacer un recorte de ellos y llevarlo tipo amuleto! Menos mal que los tiré, obligado por mi mujer… Y realmente después las cosas no me han ido del todo mal.


                                                                                                   Vicente Campos. Legend of Stubby

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